El tablero de la diplomacia internacional ha comenzado a mover sus piezas más importantes de cara al futuro inmediato del multilateralismo. En una revelación que coloca a la diplomacia ecuatoriana en el centro de la atención global, la reconocida embajadora Ivonne Baki ha confirmado oficialmente su interés en convertirse en la próxima Secretaria General de las Naciones Unidas. Este anuncio llega en un momento crucial, justo cuando el organismo internacional ha dado el banderazo de salida para el proceso de sucesión de António Guterres, cuyo mandato concluirá a finales de 2026. La aspiración de Baki no es solo un reto personal, sino que responde a un contexto geopolítico donde la región busca recuperar protagonismo en la toma de decisiones mundiales.
La noticia trascendió tras una interacción de la diplomática ecuatoriana con el medio digital The Beiruter, donde, con un mensaje contundente, delineó su visión para el organismo: “Convertiremos a la ONU en un símbolo de paz y de prevención de conflictos, actuando con decisión y no solo reaccionando. ¡Basta ya! ¡Es nuestro momento!”. Con estas palabras, Ivonne Baki dejó clara su intención de transformar la burocracia internacional en un ente de acción efectiva. Posteriormente, en declaraciones a Radio Centro, matizó su postulación indicando que, aunque su aspiración es firme, la plataforma nacional desde la cual se lanzará —sea Ecuador o Líbano— aún depende de decisiones políticas internas, dado su actual rol en el cuerpo diplomático de Francia y su vasta trayectoria representando a Ecuador en Washington.
Ivonne Baki y el desafío de una competencia de alto nivel
El camino hacia la cúpula de la ONU no estará despejado, pues el organismo ya ha activado formalmente los engranajes de la elección. La presidenta de la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU), Annalena Baerbock, confirmó recientemente que el procedimiento oficial para identificar al sucesor de Guterres está en marcha, con la mira puesta en el inicio del nuevo mandato el 1 de enero de 2027. En este escenario, Ivonne Baki deberá medir fuerzas con contendientes de peso pesado en la arena política internacional. La página web de la ONU ya menciona cinco precandidaturas en firme que perfilan una competencia feroz, destacando la presencia de figuras como la expresidenta de Chile, Michelle Bachelet, y la exvicepresidenta de Costa Rica, Rebeca Grynspan, quienes poseen un capital político envidiable en la región.
A la lista de competidores se suman nombres de gran calibre técnico y diplomático que complicarán la carrera. Entre ellos figura el diplomático argentino Rafael Grossi, actual jefe del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), quien ha ganado relevancia global por su gestión en crisis nucleares. También se encuentran en la contienda la argentina Virginia Gamba, experta en zonas de conflicto, y el exvicepresidente de Bolivia, David Choquehuanca. Ante este abanico de opciones, la candidatura de Ivonne Baki deberá apelar a su capacidad de negociación probada en escenarios complejos, como la Iniciativa Yasuní-ITT y sus múltiples embajadas en Estados Unidos bajo diferentes administraciones, para destacar como una opción de consenso y liderazgo pragmático.
El respaldo regional a Ivonne Baki y la postura de Ecuador
La aspiración de Baki se enmarca en un contexto de fuerte presión diplomática para que el próximo líder de la ONU provenga de América Latina y el Caribe. Este sentimiento fue plasmado en una reciente declaración conjunta suscrita entre el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva. Ambos mandatarios coincidieron en que “es oportuno y adecuado que un nacional de un Estado de América Latina y el Caribe sea elegido para el cargo”. El argumento histórico es irrebatible: de los nueve secretarios generales que la ONU ha tenido hasta el momento, solo uno, el peruano Javier Pérez de Cuéllar, ha pertenecido a esta región geográfica. Este respaldo implícito podría ser el motor que impulse la candidatura de Ivonne Baki si logra alinear los intereses del bloque regional.
Sin embargo, el desafío para la diplomática será consolidar el apoyo oficial de Ecuador en medio de este abanico de candidatos regionales. Mientras Baki ha mencionado la posibilidad de postularse por Líbano si Ecuador no toma una decisión, el acuerdo Noboa-Lula sugiere que el gobierno ecuatoriano entiende la importancia estratégica de tener una voz propia en la contienda. La carrera hacia 2027 apenas comienza, y Ivonne Baki ya ha lanzado su primera carta, presentándose como una alternativa capaz de devolverle a la ONU su rol preventivo y pacificador. La moneda está en el aire, y la diplomacia latinoamericana se prepara para una de sus batallas más significativas en el escenario multilateral.