Según expertos, el 80% de propósitos de Año Nuevo se abandonan en febrero, dejando tristeza y enojo en las personas.
Ante ello, se sugiere aplicar estructuras de planificación científica y metas medibles para transformar las intenciones en cambios sostenibles a largo plazo. Así se reduce la frustración y el estrés derivado de expectativas poco realistas.
La metodología SMART para cumplir los propósitos de Año Nuevo
La principal recomendación para este 2026 es la implementación de la metodología SMART, un acrónimo en inglés que define que las metas deben ser específicas, medibles, alcanzables, relevantes y con un tiempo definido.
Según estudios de psicología organizacional, establecer objetivos vagos como “hacer más ejercicio” carece de la estructura necesaria para activar el sistema de recompensa del cerebro. En su lugar, definir “caminar 20 minutos tres veces por semana” permite un seguimiento preciso del progreso.
Otro factor determinante es la fragmentación de objetivos. El cerebro humano responde mejor ante victorias rápidas. Por ello, dividir una meta anual en micro-objetivos mensuales o semanales previene la saturación cognitiva. Al alcanzar estas pequeñas metas, el cuerpo libera dopamina, lo que refuerza la conducta y motiva al individuo a continuar con la siguiente fase del plan sin percibir la tarea como una carga inalcanzable.
El diseño del entorno también juega un papel crucial. La arquitectura de decisiones sugiere que es más sencillo mantener un hábito si se eliminan las barreras físicas que lo impiden. Por ejemplo, dejar la ropa deportiva preparada la noche anterior o alejar los dispositivos electrónicos antes de dormir son acciones que reducen la “fricción” y facilitan la toma de decisiones positivas de manera casi automática.
El impacto de la gestión de expectativas
La ciencia del comportamiento advierte que la “falsa esperanza” es una de las causas principales del abandono. Este fenómeno ocurre cuando las personas subestiman la dificultad del cambio y esperan resultados inmediatos.
Los especialistas recomiendan aceptar que el progreso no es lineal y que las recaídas son parte del proceso de aprendizaje conductual. Mantener una bitácora de progreso o utilizar aplicaciones de seguimiento ayuda a visualizar el avance real frente a la percepción subjetiva de fracaso.
Además, el apoyo social se ha identificado como un catalizador de la constancia. Compartir los objetivos con un grupo de apoyo o un compañero de responsabilidad aumenta las probabilidades de éxito en un 65%, según datos de asociaciones de coaching profesional. La rendición de cuentas externa genera un compromiso adicional que ayuda a superar los periodos de baja motivación, comunes después de las primeras tres semanas de enero.
Finalmente, es vital vincular los propósitos con un “por qué” intrínseco. Las metas impuestas por presión social suelen tener una vida corta. Los objetivos que perduran son aquellos alineados con los valores personales y el bienestar a largo plazo. La salud mental también debe ser prioritaria; los expertos sugieren no saturarse con más de tres propósitos simultáneos para evitar el agotamiento y asegurar que la energía se focalice de manera eficiente en los cambios deseados.