El emprendimiento en Portoviejo: Historias de resiliencia frente al «valle de la muerte» y la falta de financiamiento

Ecuador lidera el emprendimiento temprano (33,40%), pero la mayoría fracasa. Emprendedores de Portoviejo explican los retos de la informalidad y el financiamiento.

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El emprendimiento en Portoviejo Historias de resiliencia frente al valle de la muerte y la falta de financiamiento. (El Diario)
El emprendimiento en Portoviejo Historias de resiliencia frente al valle de la muerte y la falta de financiamiento. (El Diario)
El emprendimiento en Portoviejo Historias de resiliencia frente al valle de la muerte y la falta de financiamiento. (El Diario)
El emprendimiento en Portoviejo Historias de resiliencia frente al valle de la muerte y la falta de financiamiento. (El Diario)

Cinthya Chanatasig

Redacción ED.

Cinthya Chanatasig

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Soy una periodista apasionada por su trabajo y la evolución de este. Me desarrollo profesionalmente... Ver más

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En Portoviejo, dos jóvenes han logrado lo que la mayoría de los negocios en Ecuador no consiguen: sobrevivir. Jordy Anchundia, de 25 años, ingeniero civil, comenzó a vender accesorios para iPhone por internet durante la cuarentena por «pura necesidad» de ingresos. Tras dos años de reinvertir meticulosamente sus ganancias, logró abrir su local físico, icase.manabi, cerca de la Universidad Católica. Joan Véliz, de 27 años, estudió psicología y, tras fracasar dos veces y aprender empíricamente sobre telas y diseño durante la pandemia, consolidó su marca de ropa Portoutfit. Hoy, con seis años en el mercado, se ha convertido en un referente local, vendiendo un concepto de «ecuatorianismo» a nivel nacional e internacional.

Las historias de Anchundia y Véliz son casos de éxito en un país que, paradójicamente, es líder regional en actividad emprendedora, pero también en fracasos. El emprendimiento en Ecuador es una moneda de dos caras: una de alta actividad y otra de miedo paralizante.

La paradoja ecuatoriana: Se emprende mucho, se fracasa rápido

Ecuador ostenta una dualidad económica que define su mercado laboral. Según el informe GEM 2024/2025 (elaborado por UTPL, PUCESI y UEES), el país mantiene la Tasa de Actividad Emprendedora Temprana (TEA) más alta de América Latina, con un 33,40%. Es decir, uno de cada tres adultos ecuatorianos está involucrado en la creación o gestión de un nuevo negocio. Sin embargo, este dinamismo contrasta con una fuerte caída en la confianza: la intención de emprender se desplomó del 56% en 2023 al 38% en 2024, una de las bajas más pronunciadas de los últimos años, reflejando un contexto de incertidumbre económica y social.

El economista Fernando Palma define esta realidad como el «valle de la muerte» del emprendimiento. Si bien la tasa de actividad es «fuertísima», Palma advierte que un 94% de esos negocios cierran antes de cumplir los tres años. El economista Michael Medalla complementa este análisis, explicando que muchos de estos emprendimientos fugaces son unipersonales y nacen «por una necesidad inmediata» y no como un proyecto de inversión a largo plazo. «No hay espacio ni tiempo para diseñar una planificación», explica Medalla.

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La barrera de la informalidad y el crédito

Los expertos coinciden en que el principal factor de fracaso es una combinación de barreras económicas y falta de educación financiera. «El acceso a oportunidades para emprender de sectores vulnerables (…) es un desafío debido a las limitaciones de oferta de crédito», explica Palma.

El problema de fondo es la informalidad. Los economistas señalan que el emprendedor ecuatoriano a menudo no se formaliza. «No abren un RUC, no abren un historial referente a su actividad económica», detalla Palma. Esto crea un círculo vicioso: aunque el negocio sea rentable en la práctica, es invisible para el sistema financiero. Sin un RUC o un historial crediticio, un banco no puede ofertar un crédito porque no existe un registro formal de sus ingresos. Palma es enfático: «No se puede acceder al crédito sin una formalidad del negocio».

Incluso con formalidad, el acceso es limitado. Palma cita que solo el 14% de los emprendedores activos tienen acceso a financiamiento. Para los que buscan iniciar, la recomendación es clara: «Recomiendo siempre cooperativa de ahorro y crédito, porque ellos se estipulan por la economía popular y solidaria», aconseja Palma, aunque insiste en que, incluso para un microcrédito, se necesita un historial.

Joan Véliz es propietario de Portoutfit, local que se encuentra en una zona céntrica de Portoviejo. (El Diario)
Joan Véliz es propietario de Portoutfit, local que se encuentra en una zona céntrica de Portoviejo. (El Diario)

El síndrome del «todólogo» y la gestión financiera

Otro reto es la centralización de funciones. El emprendedor inicial suele ser «todólogo»: es gerente, comunicador, vendedor y financista. Fernando Palma relata su experiencia con un grupo de emprendedores de vino: «Los tres son industriales. Y yo les hablaba sobre temas de marketing (…) y prácticamente estaban en cero». Michael Medalla añade que esta figura del «todólogo» es típica del emprendimiento empírico y de necesidad.

La falta de diversificación profesional y de conocimientos financieros básicos es letal. Alexander Cuadros, también economista, explica que la capacidad de endeudamiento de una persona, es decir, el porcentaje de sus ingresos que puede destinar al pago de un crédito, no debe superar el «30 a 40%». Palma aclara que muchos emprendedores fallan al calcular esto; si ganan 500 dólares, no significa que pueden pagar una cuota de 500. El banco descuenta gastos de vida y manutención, dejando solo un 30% como capacidad de pago real.

Sobrevivir al valle: El caso de Portoviejo

¿Cómo lograron Jordy Anchundia y Joan Véliz superar estas barreras? Jordy evitó la barrera del crédito usando exclusivamente sus ahorros. «Fueron 2 años vendiendo por internet», explica, reinvirtiendo constantemente hasta que tuvo el capital para abrir su local físico. Reconoce que el «temor a la pérdida del dinero» fue su principal obstáculo.

Joan Véliz, por su parte, es el ejemplo de cómo superar el «valle de la muerte» tras haber fracasado dos veces. Su clave, según explica, fue «humanizar la marca» y «contar mi historia». Siendo estudiante de psicología, usó su conocimiento para conectar con el público, convirtiéndose él mismo en creador de contenido (16.500 seguidores en TikTok) por «necesidad». «En el fracaso nace el verdadero emprendedor», afirma Véliz.

Fernando Palma valida esta estrategia. En un mercado de «competencia perfecta» como la ropa, «necesitas diferenciarte». Joan no solo vende camisetas; vende una identidad local con diseños como «el encebollado» o el «camarón que se duerme», apuntando a la nostalgia del ecuatoriano en el exterior. Como resume Palma: «las ventas lo curan todo». La clave del éxito, más allá del crédito, es mantener el «flujo de caja» para sostener las deudas. El emprendimiento de necesidad, como el de Jordy, y el de visión, como el de Joan, demuestran que la resiliencia y la estrategia son indispensables para que un negocio en Portoviejo supere las estadísticas nacionales.

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