En un contexto de creciente presión financiera en los hogares, un mini plan de 30 días propone acciones escalonadas para que familias con deudas organicen sus compromisos, reduzcan gastos, prioricen pagos, renegocien obligaciones y generen nuevos ingresos, a fin de recuperar estabilidad económica sin recurrir a financiamientos informales.
Organización inicial y diagnóstico de deudas
El plan comienza con un proceso de análisis detallado durante los días 1 al 3. El economista Ricardo Menéndez explica que la primera fase consiste en elaborar un registro completo de todas las deudas vigentes. “Se aconseja anotar el monto total adeudado, la tasa de interés aplicada, la fecha límite de pago y el saldo pendiente”, recomienda. El economista recalca que este inventario debe incluir tarjetas de crédito, préstamos personales, créditos automotrices, cuotas atrasadas y cualquier obligación adquirida con instituciones formales.
Junto al registro de deudas, el plan recomienda documentar los ingresos mensuales disponibles. Menéndez hace hincapié en que la información debe abarcar salarios, prestaciones, pagos por servicios y cualquier ingreso complementario. “La finalidad es obtener una visión clara y objetiva del flujo de dinero que entra y sale del hogar”, explica. El diagnóstico financiero inicial permite observar la magnitud de los compromisos económicos, determinar prioridades y evitar decisiones impulsivas o basadas únicamente en el valor de las cuotas.
Para conservar esta información de forma ordenada, el especialista sugiere utilizar hojas de cálculo o aplicaciones de administración financiera. Estas herramientas permiten clasificar saldos, calcular tasas acumuladas y generar gráficos de evolución del gasto. Esta organización inicial es fundamental para quienes buscan reducir deuda de manera consistente y evitar incrementos por desconocimiento o falta de control.
Reducción de gastos prescindibles
Entre los días 4 y 7, la estrategia solicita eliminar tres gastos que no sean esenciales. La recomendación del economista incluye identificar egresos frecuentes que no aporten a la estabilidad del hogar, como compras impulsivas, consumo excesivo de comida preparada o suscripciones duplicadas. Reducir este tipo de gastos genera liquidez inmediata que puede destinarse a pagos prioritarios o a la creación de reservas básicas.
Durante esta etapa, se aconseja registrar diariamente el ahorro generado por cada gasto eliminado. Esta medición permite evaluar el impacto real de las decisiones tomadas y refuerza el cambio de hábitos. La eliminación de gastos no esenciales contribuye a disminuir el uso de tarjetas de crédito y a evitar créditos de corto plazo con intereses elevados. La meta central de este bloque es mejorar el control financiero y fortalecer la capacidad de pago a corto plazo.
Prioridad en pagos y creación de fondo de emergencia
Del día 8 al 15, el plan establece la implementación del método de pago conocido como “avalancha”. Menéndez indica que la técnica consiste en realizar el pago mínimo en todas las deudas activas y destinar cualquier excedente disponible a la deuda que tenga la mayor tasa de interés. La finalidad es reducir el impacto acumulado de los intereses y acortar el tiempo total de pago. Este método se enfoca en el costo financiero y permite un ahorro mayor frente a estrategias basadas solo en el monto mínimo de las cuotas.
De manera paralela, el especialista aconseja crear un fondo de emergencia inicial de 50 dólares. Aunque es un monto reducido, funciona como protección inmediata ante imprevistos menores, como reparaciones de bajo costo o gastos médicos básicos. “Al contar con una reserva, las familias pueden evitar recurrir a nuevos créditos durante situaciones inesperadas”, manifiesta. El uso de este fondo debe limitarse a emergencias y, cuando se utilice, debe reponerse lo antes posible.
Renegociación y reestructuración de obligaciones
Entre los días 16 y 20, la estrategia sugiere solicitar refinanciamiento o reestructuración de las deudas con las instituciones correspondientes. La renegociación puede incluir ampliación de plazos, reducción del valor de la cuota mensual, ajustes de interés o migración de tasas variables a tasas fijas. Para realizar el trámite de forma efectiva, se recomienda presentar documentación clara del ingreso mensual, historial de pagos y la situación económica actual del hogar.
La reestructuración formal permite evitar atrasos prolongados que afecten el historial crediticio. Además, brinda condiciones transparentes y reguladas, en contraste con los créditos informales que suelen presentar costos elevados y cláusulas poco claras. La revisión de condiciones contractuales es una etapa relevante para quienes buscan estabilizar su flujo de gastos sin incrementar el endeudamiento.
Generación de ingresos complementarios y uso de activos no esenciales
Del día 21 al 30, el plan destaca la necesidad de generar ingresos extra o vender activos no esenciales para fortalecer la capacidad de pago. Las alternativas incluyen trabajos temporales, servicios por demanda, tutorías, producción artesanal o ventas en línea. También se contempla la liquidación de artículos en desuso pero con valor comercial, como dispositivos electrónicos, instrumentos musicales o muebles en buen estado.
“El objetivo de esta fase es aumentar el ingreso disponible y acelerar la cancelación de obligaciones pendientes. La decisión de vender activos menores debe basarse en su utilidad real para el hogar y en su potencial valor de mercado”, dice. Los ingresos obtenidos deben destinarse prioritariamente a pagos de deuda o al fortalecimiento del fondo de emergencia.
Construcción de hábitos sostenibles
La etapa final del plan busca consolidar prácticas adquiridas durante el mes. El proceso de registro de gastos, eliminación de compras innecesarias, priorización de pagos, negociación de créditos y generación de ingreso adicional tiene como finalidad crear estabilidad financiera a largo plazo. La adopción de estos hábitos permite a las familias mantener equilibrio presupuestario y evitar recurrir a financiamientos no regulados.