Metas SMART: el método que organiza el ahorro personal y familiar

Especialistas en finanzas personales sostienen que los hogares que aplican este enfoque tienden a reducir la improvisación en compras y a incrementar sus reservas para emergencias, educación o proyectos a largo plazo.

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El método SMART permite a las familias ordenar sus metas financieras. FOTO: ChatGPT (Inteligencia Artificial).
El método SMART permite a las familias ordenar sus metas financieras. FOTO: ChatGPT (Inteligencia Artificial).
El método SMART permite a las familias ordenar sus metas financieras. FOTO: ChatGPT (Inteligencia Artificial).
El método SMART permite a las familias ordenar sus metas financieras. FOTO: ChatGPT (Inteligencia Artificial).

El Diario

Redacción ED.

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sebastianpencas@gmail.com

El sistema SMART proviene del ámbito de la administración y se ha adaptado a la economía doméstica para ordenar el ahorro mediante cinco criterios: metas Específicas (S), Medibles (M), Alcanzables (A), Relevantes (R) y con Plazo definido (T). Especialistas en finanzas personales sostienen que los hogares que aplican este enfoque tienden a reducir la improvisación en compras y a incrementar sus reservas para emergencias, educación o proyectos a largo plazo.

Metas específicas: del concepto a la práctica económica

El primer elemento del método, la especificidad, evita objetivos vagos como “ahorrar más” y los reemplaza por metas concretas. Un ejemplo frecuente es definir un propósito como “ahorrar USD 800 para matriculación escolar” o “reunir USD 1.500 para un fondo inicial de vivienda”. Este tipo de formulación fija un destino preciso para el dinero, lo que ayuda a evitar desviaciones hacia gastos no contemplados.

La especificidad también permite identificar fuentes de ingreso adicionales, como horas extra, trabajos temporales o ventas de artículos usados. En el caso de familias con niños pequeños, se recomienda priorizar metas vinculadas a educación, salud o equipamiento infantil, áreas que suelen demandar gastos previsibles, pero de alto impacto en el presupuesto.

Metas medibles: seguimiento y ajustes por periodos

La medición, segundo componente del método, se aplica mediante porcentajes, montos o tiempos. Ahorrar el 10% del ingreso mensual o separar USD 50 quincenales son ejemplos de objetivos medibles. Las plataformas de banca digital, aplicaciones móviles o simples hojas de cálculo permiten registrar avances y detectar retrasos antes de que el presupuesto se desequilibre.

En economías familiares sujetas a variaciones salariales, como trabajadores informales o autónomos, la medición flexible resulta clave. Si se generan ingresos variables, el ahorro puede ajustarse con escalas: destinar un porcentaje mayor en meses de alta actividad y uno menor en periodos de baja, manteniendo el objetivo final sin abandonar la meta.

Metas alcanzables: equilibrio entre ingresos y expectativas

El criterio “A” del método establece que la meta debe ser viable según la situación económica. Ahorrar USD 300 mensuales en un hogar que percibe USD 600 suele ser insostenible; en cambio, reservar USD 60–80 puede ser razonable. La viabilidad evita frustración y abandono del hábito del ahorro.

Especialistas en planificación financiera recomiendan aplicar evaluaciones trimestrales: si la meta no avanza al ritmo esperado, se ajusta el monto o el periodo. La accesibilidad también se relaciona con hábitos: limitar compras por impulso, diferenciar necesidades y deseos o revisar contratos de servicios domésticos para reducir gastos recurrentes.

Metas relevantes: prioridades según la vida familiar

El componente de relevancia orienta el ahorro hacia objetivos que tienen valor real para el hogar. Comprar electrodomésticos, financiar estudios, adquirir una vivienda o preparar un fondo de emergencia son metas que responden a necesidades concretas. Este criterio evita destinar recursos a metas “prestigio” o innecesarias, que consumen liquidez sin aportar estabilidad.

Las familias suelen fijar dos o tres metas relevantes simultáneas: una de corto plazo (educación o equipamiento), otra de mediano plazo (vacaciones o reparaciones del hogar) y una de largo plazo (fondo de retiro o vivienda). Priorizar reduce el riesgo de dispersión financiera y facilita medir resultados.

Metas con plazo: evitar la procrastinación del ahorro

La última pieza del método es la temporalidad. Una meta con fecha límite obliga a organizar recursos y evita dilaciones. Establecer que el fondo escolar se completará en seis meses o que la reserva de emergencia alcanzará tres salarios en un año ofrece un marco claro para avanzar.

Los plazos se combinan con ciclos de revisión: mensual, trimestral o semestral. Esta evaluación permite detectar desvíos y reajustar aportes sin abandonar el objetivo. Al cierre del ciclo, el ahorro puede reinvertirse, destinarse a un nuevo fin o mantenerse como reserva, según las condiciones de cada familia.

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