La ashwagandha, también conocida como Withania somnifera, es una planta utilizada desde hace siglos en la medicina tradicional india (ayurvédica). En los últimos años, su consumo ha aumentado considerablemente en países de América y Europa, principalmente como suplemento dietético destinado a reducir el estrés, mejorar la calidad del sueño y potenciar el rendimiento físico. Su popularidad ha llevado a investigaciones científicas, regulaciones sanitarias y debates sobre su eficacia real y posibles riesgos.
¿Qué es la ashwagandha y por qué es tan popular?
La ashwagandha es un arbusto originario de Asia y África, cuyas raíces y hojas se han utilizado durante más de 3.000 años para tratar diversas afecciones, principalmente en el contexto de la medicina ayurvédica. Tradicionalmente se le atribuyen propiedades adaptógenas, es decir, la capacidad de ayudar al cuerpo a adaptarse al estrés físico y mental.
Con la creciente demanda de alternativas naturales para mejorar la salud mental y el bienestar, la ashwagandha ha ingresado con fuerza al mercado internacional de suplementos. Actualmente, se comercializa en cápsulas, polvos y extractos líquidos, muchas veces combinada con otras sustancias naturales.
Estudios preliminares, como los publicados en Journal of Clinical Psychiatry y Phytomedicine, han mostrado que ciertos extractos estandarizados pueden tener efectos positivos sobre la ansiedad leve, el insomnio y los niveles de cortisol, aunque se requiere mayor evidencia clínica.
Lo que dice la ciencia: beneficios y límites
Diversas investigaciones han evaluado el impacto de la ashwagandha en áreas como:
- Reducción del estrés y ansiedad: Algunos ensayos controlados sugieren que puede reducir niveles de cortisol, la hormona del estrés.
- Mejora del sueño: Usuarios reportan mayor facilidad para conciliar el sueño, aunque los estudios son limitados.
- Aumento de masa muscular y rendimiento físico: Ciertos ensayos en atletas han mostrado mejoras moderadas en fuerza y resistencia.
Sin embargo, organizaciones como la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) y la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. (FDA) advierten que aún no hay suficiente evidencia clínica de alta calidad para garantizar todos los beneficios atribuidos al suplemento.
Además, el uso indiscriminado sin supervisión médica puede acarrear efectos adversos, especialmente en personas con condiciones de salud preexistentes o que toman medicamentos de forma regular.
Efectos secundarios y contraindicaciones
El consumo de ashwagandha, aunque generalmente considerado seguro en dosis moderadas, puede ocasionar:
- Somnolencia
- Malestar gastrointestinal
- Baja presión arterial
- Interacciones con ansiolíticos, hipoglucemiantes y antihipertensivos
Se desaconseja su uso en:
- Mujeres embarazadas o lactantes
- Personas con enfermedades autoinmunes
- Pacientes en tratamiento hormonal
El Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos (NIH) recuerda que, al ser un suplemento, no está sujeto a los mismos controles de calidad que los medicamentos, por lo que es clave revisar su origen y composición.
Regulación y comercialización global
En muchos países, la ashwagandha se vende como suplemento dietético, lo que significa que no necesita aprobación previa por parte de agencias regulatorias para su comercialización. Esto ha generado preocupaciones sobre etiquetado engañoso, falta de estandarización y ausencia de advertencias sanitarias.
En Europa, por ejemplo, la EFSA ha rechazado hasta ahora las solicitudes de aprobación de alegaciones de salud para la ashwagandha, argumentando falta de evidencia científica concluyente. En América Latina, países como Argentina y México permiten su venta bajo ciertos controles fitoterapéuticos.
Ante este panorama, expertos en salud recomiendan consultar con un profesional médico antes de iniciar cualquier tratamiento con plantas medicinales, incluso aquellas consideradas «naturales».
Perspectivas futuras y líneas de investigación
En la actualidad, varios laboratorios en Estados Unidos, India y Reino Unido desarrollan ensayos clínicos más rigurosos para evaluar con mayor precisión los efectos de la ashwagandha en condiciones como ansiedad generalizada, insomnio crónico y deterioro cognitivo.
Además, la creciente demanda ha motivado estudios sobre la sostenibilidad de su cultivo, especialmente en India, principal país exportador. La producción a gran escala también plantea desafíos en cuanto a calidad de suelo, uso de pesticidas y trazabilidad del producto final.