Cuando la imagen se vuelve una obsesión: claves para entender el trastorno dismórfico corporal

El trastorno dismórfico corporal provoca preocupación intensa por defectos mínimos o inexistentes. Afecta especialmente a adolescentes y jóvenes y se trata con terapia y medicación.

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El Diario

Redacción ED.

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sebastianpencas@gmail.com

El trastorno dismórfico corporal (TDC) es una condición de salud mental caracterizada por una preocupación intensa y persistente por supuestos defectos físicos que para otros son mínimos o no visibles. Esta preocupación puede causar un malestar significativo y afectar el rendimiento escolar, laboral y la vida social. Se presenta en distintos países y grupos de edad, pero es más frecuente en adolescentes y adultos jóvenes.

En el marco clínico, el TDC está clasificado dentro de los trastornos relacionados con el espectro obsesivo-compulsivo, debido a la presencia de pensamientos intrusivos y conductas repetitivas vinculadas a la apariencia.

Las personas con TDC suelen focalizarse en partes específicas del cuerpo —con frecuencia el rostro, la piel, el cabello o la nariz— y pueden experimentar vergüenza o ansiedad al relacionarse con otros, lo que impulsa el aislamiento o la evitación de actividades cotidianas.

Cómo se manifiesta y por qué puede pasar desapercibido

Entre las conductas más habituales están mirarse repetidamente en el espejo o evitarlo, compararse con otras personas, buscar reafirmación constante, camuflar el área que les preocupa o dedicar mucho tiempo a arreglarse. Estos comportamientos no son simples hábitos estéticos cuando ocupan gran parte del día y se convierten en un patrón rígido difícil de detener.

Una característica relevante del TDC es que la persona puede sentirse convencida de que el “defecto” define su valor o su aceptación social, lo que contribuye a elevar la angustia. Por esta razón, el problema puede confundirse con inseguridad común o con una preocupación “normal” por la apariencia.

Los especialistas señalan que el diagnóstico considera no solo la preocupación, sino también la interferencia funcional: cuando las ideas sobre la imagen impiden estudiar con normalidad, socializar, hacer deporte o participar en eventos familiares.

Diferencias con la insatisfacción corporal habitual

La insatisfacción con el cuerpo puede aparecer en etapas de crecimiento y cambios físicos. Sin embargo, en el TDC la preocupación se vuelve persistente, desproporcionada y difícil de controlar, y suele ir acompañada de rituales de comprobación o evitación.

Otra diferencia importante es la tendencia a buscar soluciones repetidas sin alivio duradero. Algunas personas intentan múltiples cambios estéticos esperando que eso reduzca la ansiedad, pero los especialistas advierten que la mejoría suele ser temporal si no se aborda la base psicológica del trastorno.

En adolescentes, el acompañamiento familiar y escolar puede ser clave para detectar el problema temprano, especialmente cuando hay cambios bruscos en conducta social, rendimiento o hábitos de autocuidado.

Tratamientos con mejor evidencia

La evidencia clínica indica que el TDC puede mejorar con terapia cognitivo-conductual (TCC) adaptada a esta condición. Este abordaje trabaja pensamientos distorsionados sobre la apariencia y reduce conductas repetitivas, mediante estrategias de exposición gradual y manejo de ansiedad.

En casos moderados o severos, los profesionales pueden indicar medicación, principalmente ISRS; en algunos contextos también se menciona la clomipramina. La combinación de TCC y tratamiento farmacológico es una opción frecuente según la evaluación clínica individual.

Las guías de salud recomiendan consultar con un médico o profesional de salud mental si la preocupación por la apariencia genera sufrimiento persistente o limita la vida diaria, especialmente en población adolescente.

Recomendaciones prácticas de apoyo

En el día a día, los especialistas sugieren evitar la confrontación o burlas sobre la apariencia, y priorizar conversaciones orientadas al bienestar y a la búsqueda de ayuda. También puede ser útil reducir gradualmente la exposición a comparaciones constantes en redes y reforzar actividades que no dependan de la imagen física.

El trastorno dismórfico corporal no es vanidad. Es una condición tratable que requiere un enfoque profesional y un entorno de apoyo. Identificar señales tempranas y acceder a atención adecuada puede marcar una diferencia significativa en la calidad de vida.

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